Este estudio es el resultado del análisis realizado por Fundación Deloitte, Asociación Española de Fundraising y Fundación Lealtad dirigido a conocer el papel de entidades no lucrativas durante la pandemia y su respuesta ante los retos económicos y sociales que plantea la crisis provocada por el coronavirus.

Durante este 2020 estamos viviendo una emergencia sanitaria, económica y social sin precedentes en nuestra historia reciente, en un contexto excepcional, en el cual, el papel de entidades no lucrativas está siendo primordial para hacer frente a los retos económicos y sociales que se plantean.

La pandemia llega a un sector atomizado, formado principalmente por entidades con presupuestos por debajo del millón de euros, de ámbito local y provincial y que atienden y trabajan con una amplia variedad de colectivos, centradas en la población más vulnerable como infancia o juventud y personas en riesgo de exclusión social y con discapacidad, en áreas como la inserción social, la educación y el empleo como grandes áreas de trabajo. En este contexto también actúa un 10% de entidades muy grandes (presupuestos por encima de los 25 millones de euros, más de 500 empleados y más de 1.500 voluntarios).

La actividad de las entidades, así como los beneficiarios a los que atienden, muestran una amplia variedad, con una importante contribución social en la atención a diversos focos y ámbitos. Las tres áreas prioritarias para más de un tercio de las entidades consultadas son salud, inserción social y discapacidad en tres colectivos básicos, juventud e infancia, personas en riesgo de exclusión y personas con discapacidad.

Para los panelistas del Barómetro de Empresas de la consulta especial COVID-19 publicada en mayo 2020, los ámbitos de actuación de sus políticas de RSC tras la crisis COVID-19 han sufrido algunas modificaciones, centrándose más en Salud y Bienestar como ámbito prioritario (73%) relegando a la segunda posición, las iniciativas que persiguen promover el trabajo decente. Los panelistas mantienen el interés en políticas de sostenibilidad y Acción por el Clima en la tercera posición, si bien, desciende al cuarto lugar, desde la segunda posición que registraba en enero 2020, las acciones relativas a la igualdad de género. En consonancia, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible prioritarios para las empresas, los beneficiarios prioritarios a los que dirigen sus políticas de RSC serán enfermos y desempleados.

En relación con su estructura, las entidades no lucrativas, también han tenido que acogerse a las medidas especiales para mitigar los efectos de la pandemia y la mayoría ha optado por el ERTE como medida principal (27% del total de las organizaciones consultadas) alternando con otras como vacaciones retribuidas o reducción de empleo.

Uno de los mayores temores ha sido la adaptación del tercer sector al teletrabajo, ya que tiene una gran incidencia en el desarrollo digital de las organizaciones. Sin embargo, más del 75% de las entidades ha podido adaptarse a esta especial situación. Las cosas cambian, lógicamente, a la hora de poder desarrollar las actividades directas que son el objeto de su misión y requieren atención directa.

Un alto porcentaje de las entidades que ha participado en este barómetro trabajan en los sectores de Inserción social, Discapacidad, Salud (34%, 34% y 42%), donde la actividad presencial es esencial y más del 45% tiene dificultades para desarrollar su labor, incluso un 17% no puede llevarla a cabo.

Este presentismo provoca que las entidades estén significativamente afectadas en la justificación sobre la ejecución de los proyectos que desarrollan. Es necesario reformular y reacondicionar objetivos, presupuestos, informes, etc, y las entidades demandan comprensión y flexibilidad tanto a las empresas como a las administraciones para poder atender la emergencia y adaptar los proyectos a la nueva realidad que, además, todavía sigue siendo incierta.

Preguntadas por su previsión de ingresos, un 70% prevé que se reduzcan las aportaciones que recibían por parte de empresas y particulares, una situación que pondría en peligro su plan de actuación frente a las consecuencias de la pandemia. Un 31% ha visto incrementado el número de beneficiarios aumentando los gastos por su actividad y disminuyendo los voluntarios para un 47% debido al confinamiento.

Esta fuente de financiación, lo que habitualmente conocemos por Fundraising, permite a las organizaciones ser sostenibles en el tiempo, lo que ha permitido que un 72% contará con un fondo de reserva para afrontar estos próximos meses de confinamiento, si bien, esta financiación está condicionada por la situación socioeconómica de cada momento. Si tenemos en cuenta la visión de las empresas panelistas del Barómetro de Empresas mayo 2020 su previsión es mantener su inversión en acción social, mecenazgo y RSC en el año 2020 (65%) fundamentalmente manteniendo los proyectos que ya tenían previstos, si bien un 26% espera focalizar en áreas afectadas por la crisis COVID-19.

El futuro incierto que nos espera obliga a las entidades a poner el foco en dos áreas, la más urgente, la seguridad de los trabajadores y beneficiarios señalada por el 84% de los encuestados, y la segunda las que permiten reordenar la estrategia y la sostenibilidad económica, para el 72% el área de marketing/ fundraising va a ser una de las prioridades principales de cara al futuro.